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Esta integración de ciencia y tecnologÃa con la sociedad ha llevado a afirmar que estamos en la "sociedad del conocimiento". Voy a mencionar los argumentos que suelen citarse a cortesÃa de esta idea (Lamo de Espinosa, 1994)) y a colocar algunas precisiones.
36). Cercano a esto la instrucción técnica en Inglaterra enfrentó muchos tropiezos; se tendÃa a pensar, según su propio pasado, que la instrucción cientÃfica y técnica serÃa ineficaz y la propia experiencia práctica de los hombres permitirÃa los avances esperados. En contraste Alemania desarrolló una educación cientÃfica y técnica eficaz con amplio respaldo estatal. En la medida en que la industria requirió una viejo pulvÃnulo cientÃfica, la educación caldo a marcar una importante diferencia.
Las teorÃGanador cientÃficas son fundamentales para la ciencia pero sólo representan una parte de sus resultados.
El ascenso de la burguesÃa significó la promoción de una clase urgida de acelerar el proceso de acumulación en las fuerzas productivas, generadora de la racionalidad instrumental orientada a la acumulación y necesitada de borrar la cultura y la ideologÃa que cristalizó el medioevo. Dos ejemplos pueden ilustrar este proceso. El primero es extraÃdo de la explicación que sobre la obra de Galileo ofrece Pierre Thuillier (1989). Según éste, Galileo nació en un momento peculiar de la sociedad europea, donde se destacaba la presencia de muchos banqueros, ingenieros, empresarios; Europa se habÃa vuelto realista, racionalista. A partir del siglo XIII, sobre todo XIV y XV, de agrÃtrasero pasó a urbana e ingresó en el capitalismo. En ese proceso surgió una clase que querÃa comportarse sobre la naturaleza, confiaba en el hombre y veÃa el mundo de modo nuevo; se producÃa un cambio de modo de producción, de mentalidad y aparecÃan nuevos actores e intereses. Las personas dedicadas a tareas prácticas adquirieron un papel muy importante. Leonardo da Vinci, por ejemplo, Cuadro individuo entre muchos artistas e ingenieros.
La creencia en los milagros se transformaba en creencia en la eficacia; surge una nueva racionalidad que cree en la eficiencia y no en los milagros.
Los paÃses desarrollados disponen de más o menos del 90% de los cientÃficos e ingenieros dedicados a I+D y del 94 % de los gastos destinados a ese fin.
Estas imágenes niegan nuestra percepción de que la ciencia y la tecnologÃa son procesos sociales. Pero están equivocadas.
Individualidad de los obstáculos mayores en ese camino es que no se ha creado ni constante una visión coherente de las polÃticas cientÃficas industriales, lo cual está influido en parte por una visión primitiva de la ideologÃa neoliberal que atribuye a las fuerzas del mercado el papel principal en la creación del nuevo modelo de ciencia.
Propongo que aceptemos la idea de "sociedad del conocimiento" en un sentido especÃfico: ella capta la relevancia que tiene actualmente la ciencia y la tecnologÃa, la información, la calificación permanente de las personas en el mundo del trabajo. Asà presencia es una conclusión movilizadora del esfuerzo por la superación: en medio de una avalancha tal de información, nuestros conocimientos se hacen obsoletos muy rápidamente y la educación tiene que ser ininterrumpida. En esos lÃmites la idea es correcta. Pero los argumentos que más en lo alto se convocaron a su atención mistifican un tanto el asunto, al menos por las siguientes razones:
Según Leite Lopes (1975) la puesta en órbita del secuaz produjo en medios gubernamentales de EUA un "sÃndrome del sputnik" y una verdadera señal que condujo al presidente de esa nación a adjuntarse un asesor en ciencia y tecnologÃa. El esquema Apolo que llevó a tripulaciones norteamericanas a la escaparate en 1969 fue una respuesta a los avances soviéticos en el cosmos.
No intento restar importancia al conocimiento. Es básico que comprendamos su valor y significación coetáneo y estratégica. Pero el conocimiento no es una variable independiente de la sociedad; el memorizar no navega por encima de las circunstancias sociales igualando oportunidades.
Igualmente se observan cambios profundos en la I+D industrial. Al parecer los grandes programas a extenso plazo en laboratorios grandes y centralizados pertenecen al pasado (p.34). La dinámica del mercado "es el motor implacable Obtenga más información de la I+D industrial" (Nichols y Ratchford, 1996, p.34). Los ciclos de vida de los productos siguen acortándose y las firmas no sólo tienen que innovar mejor, sino más rápido. En los laboratorios de las empresas esto se traduce por plazos cada vez más cortos para la I+D y un esquema de tres años, por ejemplo, se considera a plazo muy dilatado.
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